Los primeros cosquilleos de amor
que sentí en mi juventud se llamaba María, yo le decía aída..
tenía el pelo muy largo y negro como la andrina..
era alegre como un trigal dorado de amapolas...
Unos ojos negros azabache, con el brillo de una tigresa..
y un fuego inaplacable le recorría las venas..
era como una potranca indomable, la fierecilla aquella..
yo creía que era lava en vez de sangre el caudal de sus venas...
A aquella le debo mis primeras noches de insomnio,
y de angustia escribiendo poemas de desamor..
a la luz de las estrellas,
que sin tinta ni papel, deje gravadas en una piedra...
Los dos éramos muy jóvenes..e inocentes..
pero ella era una experta !!
yo era un iluso sin saber de la maldad que hay en la tierra..
yo creía tener un lirio entre mis manos y no el caldo de espinas que era ella...
La primera flor que tuve en mis manos, creí que era una azucena,
yo la llamaba aída, pensé que era una estrella..
ya han pasado muchos años que mi corazón quedo
transpasado por aquella envenenada flecha..
y otra mujer con mucho amor me lo a curado...
No hay comentarios:
Publicar un comentario