Mi primer amor de adolecente
era una niña rubita de unas largas trenzas;
a orillas de un arroyo , ella pastoreaba sus ovejas;
y yo también un humilde pastorcillo estaba prendado de ella.
Desde mi atalaya la miraba, sin saber como enamorarla;
quisiera tener la lira de Ulises, el trinar de un ruiseñor,
los colores de un hermoso arco iris
y el aroma del romero en flor, para conquistar su amor...
O, quizás pedirle a Garcilaso , pastor de églogas tristes,
que me prestara un poco de su don..
ese que es como el canto de las sirenas;
que embelesan a los marineros del Caribe, en noches de luna llena.
O, al ave del paraíso que me regale una pluma
para ser un buen poeta y trovador;
a la brisa que sea mi cartero real;
para mandarle cada día, dulces poemas de amor...
En mis quimeras de niño se me pasaron los días;
y aquel colibrí a otros jardines voló;
yo me quede compuesto y sin novia,
llorando triste mi pena de aquel mi primer amor...!
Hoy voy repasando mi memoria;
de aquel desdichado pastor,
me pregunto: ¿que abra sido de aquella mi primera novia,
que dejo una herida tan profunda a mi tierno corazón...!
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