En el bar de los cabales, se reunían cada noche;
una mesa y cuatro sillas y la tribu de los gitanos,
gente orgullosos de su raza, de su toque y de su cante..
Frasco: una botella de vino y unos vasos;
que aquí comienza nuestro arte!!.
Cuando todos rodean la mesa de Diego,
unos de pie y otros sentados..
se hace un gran silencio: y es cuando todos los ojos
se posan en la guitarra de Diego...
Esos fragilisimo dedos..empiezan reboloteando
como aladas mariposas sobre la prima y el bordón..
mimoseándo con cariño..como a una bella mujer,
la acarician sus dedos...
Cuando se hace el silencio y arranca la primera falseta..
el embrujo de la noche gastoreña..
paraliza hasta el cielo y se oye un quejido por solea..
y el tablao un taconeo, que hasta la luna
se arranca haciendo palmas y le bailan los luceros...
El sereno de la madruga, capturó el embrujo
de Diego Amaya, porque sus dedos sapientísimos
ya no tocaban, sino que dúctilmente acariciaban,
besaban, amorosamente -eso-las cuerdas de la guitarra!!.
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