POEMA DE ÁNGEL GONZALES.
Si yo fuera Dios
y tuviese el secreto,
haría un ser exasto a ti;
lo probaria
(a la manera de los panaderos
cuando prueban el pan, es decir:
con la boca),
y si ese sabor fuese
igual al tuyo, o sea
tu mismo olor, y tu manera
de sonreír,
y de guardar silencio,
y de estrechar mi mano estrictamente,
y de besarnos sin hacernos daño
-de esto si estoy seguro: pongo
tanta atención cuando te beso-;
entonces,
si yo fuera Dios,
podría repetirte,
siempre la misma y siempre diferente,
sin cansarme jamas del juego idéntico,
sin desdeñar tampoco la que fuiste
por la que ibas a ser dentro de nada;
ya no se si me explico, pero quiero
aclarar que si yo fuese
Dios, haría
lo posible por ser Ángel Gonzales
para quererte tal como te quiero,
para aguardar con calma
a que te crees tu misma cada día
a que sorprendas todas las mañanas
la luz recién nacida con tu propia
luz, y corras
la cortina impalpable que separa
el sueño de la vida,
resucitandome con tu palabra,
lázaro alegre,
yo,
mojado todavía
de sombras y esperanza,
sorprendido y absorto
en la contemplación de todo aquello
que, en unión de mi mismo,
recuperas y salvas, mueves, dejas
abandonado cuando -luego- callas...
escucho tu silencio.
Oigo
constelaciones: existentes,
creo en ti.
Eres.
Me basta).
(Poema de Ángel Gonzales)
Publicado por Rafael Chacón Martel.
Si yo fuera Dios
y tuviese el secreto,
haría un ser exasto a ti;
lo probaria
(a la manera de los panaderos
cuando prueban el pan, es decir:
con la boca),
y si ese sabor fuese
igual al tuyo, o sea
tu mismo olor, y tu manera
de sonreír,
y de guardar silencio,
y de estrechar mi mano estrictamente,
y de besarnos sin hacernos daño
-de esto si estoy seguro: pongo
tanta atención cuando te beso-;
entonces,
si yo fuera Dios,
podría repetirte,
siempre la misma y siempre diferente,
sin cansarme jamas del juego idéntico,
sin desdeñar tampoco la que fuiste
por la que ibas a ser dentro de nada;
ya no se si me explico, pero quiero
aclarar que si yo fuese
Dios, haría
lo posible por ser Ángel Gonzales
para quererte tal como te quiero,
para aguardar con calma
a que te crees tu misma cada día
a que sorprendas todas las mañanas
la luz recién nacida con tu propia
luz, y corras
la cortina impalpable que separa
el sueño de la vida,
resucitandome con tu palabra,
lázaro alegre,
yo,
mojado todavía
de sombras y esperanza,
sorprendido y absorto
en la contemplación de todo aquello
que, en unión de mi mismo,
recuperas y salvas, mueves, dejas
abandonado cuando -luego- callas...
escucho tu silencio.
Oigo
constelaciones: existentes,
creo en ti.
Eres.
Me basta).
(Poema de Ángel Gonzales)
Publicado por Rafael Chacón Martel.
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